El cantante de Linkin Park al suicidarse ha engrosado una fúnebre lista, artistas de éxito que se quitan la vida sorpresivamente. Hacía pocos meses que había emprendido el mismo viaje su colega Crhis Cornell, cantante de Soundgarden entre otras bandas. Pero la lista es enorme y me ha hecho pensar mucho.
En primer lugar, una pregunta. ¿Qué lleva a una persona joven y sana a tomar la decisión más drástica, quitarse la vida? ¿Por qué motivos puede alguien querer pegarse un tiro en la cabeza, ahorcarse o dejar de vivir por cualquier otro medio? No busquemos excusas, solo podemos responder a esto pensando que no es feliz, lo está pasando muy mal y está sufriendo. A veces, es un dolor y sufrimiento que se arrastra desde años atrás y que no ha podido superarse, por el motivo que sea. Así que, podemos entender o nos puede parecer previsible, que una persona que muestre síntomas de depresión, esté arruinada, lo haya perdido todo, etc. acabe tomando esa fatal decisión. Sin embargo, este hecho nos trastoca cuando abandona la vida de manera voluntaria alguien que para nosotros tenía todo. Y es que resulta que el sistema capitalista nos vende un modelo de vida envidiable, deseable para todos, una meta (utópica, inalcanzable) a la que solo unos pocos elegidos pueden llegar. Y nos hace suponer que una vez lo logras, puedes sentarte a disfrutar. Nos dicen que si tienes fama, dinero, eres admirado, tendrás las posesiones que desees, las personas que desees, harás lo que te venga en gana… entonces, ¿por qué personas que tienen todo eso se suicidan? Es inconcebible. Nos hacen creer que alguien que haya triunfado en un sistema capitalista es automáticamente feliz, no es así. No es uno ni dos, sino que son muchas las personas de gran talento, éxito, inteligencia y fama quienes se suicidan. Así que solo nos queda una respuesta, nos han engañado. Todo eso que nos han vendido que nos iba a hacer felices, no nos hace felices ni nos libra de la más mortal de las enfermedades, la depresión.
Con esta reflexión no pretendo criticar ni juzgar a esas personas que se han rendido, sino todo lo contrario. Me pongo en su situación y siento muchísima pena y lástima, me apena sobremanera que personas de tanto talento, que me maravillaban con su arte, elijan morir a seguir en este mundo que tanto podía ofrecerles y al que tanto ellos podían dar. Y me doy cuenta de algo, esa vida que deseamos, que admiramos, no es tal. Nos han engañado, nos han mentido. No digo que no sea agradable tener casas bonitas, coches de lujo, viajar, etc. pero eso no solo no nos dará la felicidad, sino que no nos libra del riesgo a deprimirnos.
Además, hoy día hay un hecho que no solo es propio de los famosos y que resulta engañoso, pero nos debe hacer reflexionar: por mucho que veamos fotos y comentarios en las redes sociales, no conocemos a esas personas. A una persona no se la conoce mirando sus redes sociales, discos, películas, etc. No, no es así, es una falsa sensación del siglo XX y XXI. Porque normalmente lo que compartimos son momentos felices y de éxito, los fracasos, el duelo, etc. a menudo se lleva por dentro (otros sí lo comparten, pero son los menos, y no suelen ser los famosos).
La cara oculta de la fama, el reverso de esos beneficios y lujos, debe de ser de semejante intensidad. Por ello creo que deberíamos intentar ser positivos y de estas tremendas tragedias sacar alguna enseñanza. No huyamos del éxito, la fama, el dinero, el talento, pero no depositemos en ello nuestras esperanzas de felicidad. Esas cosas nos darán grandes momentos si las alcanzamos, sí, pero no son la felicidad, es más, pueden ser todo lo contrario. Un actor que no ve repetido su éxito,un cantante que se cree injustaente atacado por la prensa, una modelo ridiculizada en redes sociales, un artista que no logra en su vida personal el éxito que ostenta en sus creaciones, un personaje público que no sabe si tiene auténticos amigos… los motivos pueden ser múltiples y la receta, pienso, se compone con estos ingredientes: priorizar, ser humilde, amar, dejarse amar, no perder el norte, valorar los dones, ser agradecido, ser sencillo, desoír, descontaminarse, ser uno mismo, tratar de ser feliz, no ser competitivo, ser fiel a uno mismo, perdonarse, aceptar el éxito y el fracaso, desdramatizar, no tomarse muy en serio, relativizar, buscar paz y armonía.
En conclusión, cuidado con lo que deseamos y envidiamos, porque no estamos en la piel del otro. Procuremos vivir en paz y felicidad con nuestra vida y procurar ser mejores, pero no aplazar la felicidad para mañana, porque hoy es el día de mañana.
Por cierto, un apunte final, desterremos para siempre los prejuicios del tipo: ah, se ha suicidado porque tomaba drogas. Solo los emitimos para sentirnos a salvo, pero desconocemos qué lleva a cada persona a las drogas. A veces buscan en ellas una solución, un alivio, una vía de escape, que a menudo es peor. De cualquier manera, el motivo del suicidio a veces no es la droga, sino lo que te llevó a la droga.
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